En cuanto a la sintomatología de la ELA podemos diferenciar entre:
- Síntomas al inicio: son sutiles, por lo que se pueden pasar por alto, aunque gradualmente se convierten en debilidad o atrofia más obvia. Entre estos síntomas primarios encontramos músculos rígidos o tensos, debilidad muscular que afecta principalmente a cuello, brazo, piernas y diafragma, lenguaje enredado o nasal, dificultad para masticar, etc.
- Síntomas avanzados: los afectados no podrán pararse o caminar, acostarse o levantarse de la cama de manera individual. Otro síntoma es la rápida pérdida de peso, debido a que queman calorías de manera mucho más rápida. Por otro lado, a medida que los músculos del aparato respiratorio se debilita, la persona va a presentar dificultad para respirar, hasta el punto de tener que depender de un ventilador.
Por otro lado, en cuanto al tratamiento podemos decir que aún no se ha encontrado una cura para esta enfermedad, pero podemos distinguir diferentes terapias:
- Medicamentos: principalmente aquellos encaminados a prevenir o controlar los síntomas, pero también algunos encaminados a paliar el dolor, la depresión y los trastornos del sueño.
- Terapia física: el ejercicio aeróbico como caminar, nadar o pedalear, fortalecen los músculos no afectados, mejoran la salud cardiovascular y ayudan a combatir la fatiga y la depresión.
- Terapia de lenguaje: existen una serie de ejercicios que puede ayudar a que hablen más fuerte y más claro y a medida que evoluciona la enfermedad, ayuda a mantener la habilidad para comunicarse.
- Apoyo nutricional: aquellos que padecen de ELA se debilitan si pierden peso y es por ello que los nutricionistas enseñan a ingerir las suficientes calorías, fibra y líquido.
- Apoyo para respirar: los médicos son los encargados de valorar la respiración del paciente y determinar cuándo se requerirá a la ventilación no invasiva.
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